Era un sábado por la mañana. Mi fin de semana estaba en blanco. Mi calendario sin planes ni eventos ni personas que ver. Mi vida romántica estaba más vacía que nunca. Había dejado de entreterner todas las distracciones. Tomó mucho tiempo llenar ese vacío de paz y después darme cuenta que no estaba vacío. Estaba lleno de mi.
Las mañanas y las noches empezaban en silencio adentro y jazz afuera. La ciudad prendida en el fondo conversaba conmigo cuando me levantaba y cuando me acostaba. Los libros me acompañaban y las páginas en blanco se llenaban con facilidad.
Estaba en paz. Acababa de cumplir 29 años y acababa de entrar a Estados Unidos por primera vez como residente. El limbo migratorio se acababa de terminar.
Finalmente sentía raíces en la ciudad y finalmente me reconocía de nuevo.
Ese sábado me levanté sin expectativas, limpié la casa y llamé a una amiga. Me vestí de blanco porque los colores del otoño ya pedían botas y abrigo. Estrené mi abrigo blanco y mis botas de taco.
Era primero de octubre. Esa mañana le pedí a octubre que me cambie como cambia sus colores y no sabía cuánto me iba a sanar.
Estaba emocionada por conocerle y al mismo tiempo sin ninguna expectativa. Había aprendido que las primeras citas son mejores cuando se llega en blanco, solo con ganas de conversar y aprender de cosas interesantes.
Me invitó a tomar un vino a las 3 pm en la ciudad así que salí temprano con libro en mano. Estaba leyendo una novela histórica de mil páginas que no entraba en la cartera. Me la llevé bajo el brazo y me senté en un café a leer. Estaba en la página 333. Le tomé una foto y cuando eran las 2:50 empecé a caminar en su dirección.
Keep reading with a 7-day free trial
Subscribe to Hola, Me Presento // Isa Garcia to keep reading this post and get 7 days of free access to the full post archives.