Recuerdo el olor de la casa de mis abuelos tanto como cada papel tapiz. Recuerdo cómo entraba la luz por el corredor, los árboles de aguacate y los sillones de terciopelo rojo que teníamos prohibido ensuciar.
Recuerdo el papel tapiz de caballos del estudio de mi abuelo, el papel tapiz elegante de su cuarto y el papel tapiz celeste de su baño. Recuerdo analizar cada patrón y preocuparme cuando el papel envejecido empezaba a pelarse en las esquinas.
Un papel tapiz es elegante y, al mismo tiempo, es arte. Decora una pared mejor que cualquier accesorio. Transforma un cuarto, lo eleva. Contiene tantos detalles, tantas piezas de un rompecabezas. Puede ser admirado de cerca y de lejos. Tiene dos caras: la que observas analizando cada detalle pegada a la pared y la que solo puedes apreciar absorbiendo todo de lejos.
Cuando estaba en la universidad, estudiando diseño de interiores, tomé una clase de textiles y nos enseñaron a crear nuestros propios patrones (para telas o papel tapiz).
Es más complejo de lo que parece. Diseñas solo un pequeño cuadrado o un diamante, pero lo que diseñas se replica cien veces a su alrededor. Diseñas algo que parece pequeño, pero cuando se propaga, es gigante.
Cada línea y cada detalle en el diseño matriz importa. Agregar una línea delgada es capaz de cambiar toda una pared. Es un ecosistema en el que todo está conectado. Así como en tu vida.
Es fácil caer en la trampa de que los detalles “no importan”, de que nadie los ve o que nadie los extrañaría.
Pero eso no es verdad.
Cada detalle impacta el resultado final. Al principio son cambios imperceptibles para otros ojos. Pero eventualmente, cada decisión se acumula. El resultado viene de cada pincelada que das y también de las que te abstienes de agregar. Lo que agregas y lo que dejas fuera, lo que sacas y lo que borras, define la obra final.
Cuando empezamos el diseño de este journal, lo único que sabía era que quería diseñar un “papel tapiz”. Quería abrir el journal y ver un patrón que pide que te acerques. Una obra de arte dentro de otra obra de arte: la de lejos y la de cerca.
Quería un patrón con dos caras: el que solo puedes ver cuando te acercas y analizas cada detalle, y el que aprecias de lejos. Así como tu historia. De lejos parece una, pero de cerca solo tú la conoces de memoria.
Ser “nuestra mejor versión” suena cliché y sobre-romantizado. La realidad es un camino crudo, doloroso, incómodo e incierto. Alguna vez leí que es “la destrucción sistemática de todo lo que no eres”. Hay tanta destrucción y tantas muertes en recordar quien eres. Tantas despedidas, despojos, duelos, lágrimas, soledad y miedo en ser quien viniste a ser.
“Crear un nuevo camino" suena alegre, pero es trabajo duro, cansado y riesgoso.
En paralelo, es mágico, romántico y profundamente satisfactorio. Es una obra de arte. Ver a tu reflejo florecer es mejor vivido que imaginado.
Este journal habla del resultado de tus esfuerzos. La libertad y los frutos de un trabajo interior bien hecho son mejores que un cuento de Disney. Los frutos son más jugosos y más deliciosos porque llenan desde adentro.
Hay un romanticismo implícito en verte a ti misma atravesar el fuego y renacer de esa transformación. De acompañarte, sostenerte, hablarte y escribirte. Hablar con tus versiones pasadas y tus versiones futuras. Alentar y apoyar a tu versión presente. Sembrar una semilla y regarla día tras día. Florecer no es suerte, es riego.
Una página en blanco es como un servicio postal y también una máquina del tiempo. Cartas a ti, cartas a Dios, cartas al pasado y cartas al futuro.
Si eso no es magia, no sé qué es.
Si eso no es romántico, no sé qué es.
El brillo interior, la libertad y la plenitud no se gritan, se sienten. Nunca se trató de mostrar algo, sino de recuperar lo que siempre fuiste.
Para este journal #10, el reto fue encontrar un color que no impone pero que brilla.
Florecer se trata de la obra de arte de tu vida. De crear nuevos patrones y ya no solo en romper los viejos . De cada pincelada que sumas, que nunca queda perdida. Para recordarte que cada semilla y cada riego se acumulan. Cada semilla que plantas y que cuidas se propaga en todo tu mundo.
Florecer es recordar que no viniste a encajar, viniste a iluminar. Y para eso, hay que dejar de escapar. Florecer es ahora quedarte contigo.
Hay temporadas que son para sembrar, pero cuidado se te pasa la temporada de cosechar.
Hay que saber cuándo soltar la pala y dejar de cavar. Hay momentos que son solo para brillar.
Florecer es un pacto con tus versiones que ya se fueron, las que vendrán y las que hoy deciden quedarse a bailar.
El ritual no es lineal, tiene forma de espiral.
Florecer no es brillar para que te vean
Es brillar para que tú finalmente te puedas encontrar.
[Solo hasta agotar stock. Edición de Homenaje]






Lo ame 🤩