Para principios del 2021 estaba soltera, mudada e instalada en el 305. Había aplicado a la lotería del Green Card pero iban a pasar muchos meses antes de saber el resultado y más de dos años antes de tener la residencia.
Me sentía desplazada por tanta incertidumbre y cambios. Casi todo en mi vida era nuevo: mi casa, mis muebles, mi estilo de vida y mi nuevo futuro. La mayoría de gente que conformaba mi vida desde mis 21 desapareció. Me sentía exiliada, como un globo con helio flotando en el espacio sin ancla. No sabía dónde pertenecía o si iba a volver a pertenecer.
Tenía 27 pero me había casado con mi único novio y desde los 21 sabía ser su novia o su esposa y ahora su ex. Mi nombre se coció al de él como una especie de suplemento o souvenir. Él era el personaje principal y yo me había acostumbrado a ser la actriz de reparto.
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