Capítulo 10

Las ciudades que te llaman, las que te botan y las que te invitan.

Estaba metida en tina de la casa que alquilé por un mes en Los Ángeles. Mi matrimonio colgaba de un hilo pero el divorcio todavía sonaba imposible, la palabra era innombrable. Los aeropuertos se acababan de abrir después de la pandemia y necesitaba aire fresco para tomar decisiones. Tenía el lanzamiento más importante de mi carrera y era esencial estar inspirada y enfocada profesionalmente. Los Ángeles me prende la creatividad. Está lleno de comida saludable y es más difícil encontrar gluten que evitarlo. Es espaciado, amplio y tiene mar.

Mi mejor amiga me dijo “sal del Ecuador y las respuestas se van a revelar”. Me estaba ahogando y ella tenía toda la razón.

Un par de años antes había descubierto la astro-cartografía en búsqueda de respuestas de porqué me costó tanto vivir en Madrid. La astro-cartografía es ver tu carta natal astrológica reflejada en el mapa del mundo. Te explica qué planeta influencia cada lugar del mundo. Hay lugares que son mejores para negocios, otros para el amor, otros que te van a enfrentar a todas tus sombras y otros que van a activar tu creatividad.

No lo he estudiado profundamente pero siempre me hizo sentido que hay una razón por la que ciertos lugares te llaman, otros te botan y otros te invitan en los momentos exactos en los que lo necesitas. Hay lugares que te inspiran mientras otros te dan igual. Un lugar mismo lugar nos sabe diferente a ti y a mí.

Cada ciudad tiene morales, reglas, correctos e incorrectos colectivos. Cada ciudad activa diferentes versiones de ti, algunas te van a gustar más que otras. Obviamente cada ciudad está cargada de su pasado, su historia y su cultura que le dan sabor al futuro.

Hay ciudades en las que siempre me sentí en casa. Llegar a esas ciudades se siente como ponerse un guante de seda. También hay esas ciudades que siempre se sintieron como un zapato que no era mío: algo no cuadra y es imposible de ignorar la incomodidad. Hay ciudades que se han sentido como una montaña rusa y otras que plantaron semillas que se fertilizaron una década más tarde.