Hola, me presento.
Soy Isa.
Pero me presento solo por un ratito porque no se cuanto dure esta versión de mi. Probablemente entre el tiempo que escribí esto y que tú lo estés leyendo he vivido unas vidas extras.
Hoy estoy acostada en la cama en un Airbnb en Sedona. Estoy en el día 3 de un retiro tan profundo que mi mente lógica todavía no entiende lo que está pasando. La verdad es que tampoco estoy intentando hacerlo. En 3 días han cambiado muchas cosas dentro de mi. La claridad, las ideas y muchos atardeceres que me han dejado sin palabras. En Sedona veo a Dios por todo lado pero no me imagino viviendo en estas calles.
Llevo un rato viajando mucho y viviendo una gran parte del año en aeropuertos y entre maletas. Una combinación interesante de limbo, balance y aventura. Cada semana parece un mes, cada mes parece un año. Y estos 3 días en Sedona me han sanado una vida y más.
Y si 3 días han cambiado tanto, este libro se trata de todas las versiones que ya he sido y ya he vivido en los 28 años que caminé hasta acá. Me siento un poco ingenua, a veces un poco joven, a veces un alma vieja. Pero he vivido tantas versiones de mi que te las quiero presentar. Tantas versiones que a veces me cuesta entender cómo hice, cómo he hecho o cómo voy a seguir haciendo.
Para mí, eso es ser mujer. La eterna evolución de quien me dijeron que sea, quien fui, quien quiero ser y todo lo que quiero hacer. Ha sido una pelea larga entre que es suficiente, como quiero que se vea y que reglas seguir. Hoy te puedo contar de la versión de mi que un día se levantó en una vida que no era suya.
Esa Isa siguió todas las reglas para ser la “mujer perfecta”. Marcó un check en cada una de las casillas: el departamento “propio”, el préstamo, el matrimonio soñado, el esposo, el hobby transformado en proyectito personal y los planes para tener hijos antes de los 30. Que no falten las mil expectativas de cómo ser la esposa ideal, tener la casa impecable, cocinar, alimentar y verme bien. Todo mientras trabajaba para ser la mujer de negocios que siempre soñé ser. Que no falten las mil reglas silenciosas y bien conservadoras dictando el orden y él tempo de la vida.
Hoy te puedo contar sobre el día en el que me levanté y mire para los lados solo para darme cuenta que no sabía como había terminado ahí a los 25 o 26 años. Hoy te puedo contar sobre el vacío gigante que tenía dentro por dejar que estas reglas de afuera dicten mi vida.
Mi abuela todavía me pregunta si de verdad hago dinero. No me cree que tengo una cuenta de banco a mi nombre.
El otro día me pregunto: “Hijita, ¿quién se va a querer casar contigo si sigues viajando tanto?”
Me reí y le contesté: “El hombre que también va en el avión, abuelita”
Ella se rió de vuelta, dándose por vencida conmigo y me preguntó qué quiero comer.
Las reglas de como ser una mujer perfecta son invisibles y estan ocultas en todo lado. La expectativa de como se ve una vida soñada y que puedes decir, que puedes pensar y que no. En un mundo de expectativas silenciosas, gritos de feminismo y girl bosses, ¿quién soy?. Creo que todas sabemos lo que se siente caminar entre tantos mensajes contradictorios. Es como caminar sobre cáscaras de huevo.
Ey, cuidado levantas sospecha. Cuidado sueñas mucho pero tampoco te conformes con solo ser mamá. Cuidado sueñas tanto que se te pasa el tiempo para serlo. Cuidado renuncias a todo por un hombre pero ¿para cuándo el matrimonio?.
Ey, cuidado se te pasa el tren. ¿Y si te quedas sola?
Cuidado rompes con el balance perfecto entre callar y hablar. Calladita te vez más bonita.
Pero ey, sola puedes todo y cuidado te ven llorar. Cuidado coloreas fuera de las líneas pero también cómete el mundo.
Pero hay una cosa que no se puede revertir en camino a una vida nuestra y una vida libre. Una cosa que veo cada vez más a menudo en los ojos de mujeres por todo el mundo. Una cosa que una vez que se encuentra, no se apaga.
Esa cosa es audacia.
Audacia para preguntar. Audacia para cuestionar. Audacia para caminar hacia adentro. Audacia para elegir lo que tú quieres y no lo que te dijeron que deberías querer.
Audacia.
Esa palabra me encanta. Es coqueta, es sexy, es valiente, es resiliente. Audacia tiene empuje. Tiene fuego. Y tiene corazón. Tiene alma.
Audacia para querer más. Audacia para cuestionar. Audacia para responder. Audacia para aplastar el acelerador, y a veces frenar a raya. Audacia para alzar la cabeza. Audacia para decir adiós. Audacia para darte la bienvenida con los brazos abiertos. Audacia para caerte, levantarte y volver a elegir. Audacia para ser imperfecta. Audacia para decir NO. Audacia para dejar de negociarte. Para irte, a veces para quedarte. Audacia para ser valiente.
Y que guapa te ves valiente.
Audacia para preguntar si las reglas que estás siguiendo son tuyas o no, para cambiarlas y re-escribirlas. Audacia para preguntar qué quieres y caminar en esa dirección.
Llevo toda una vida soñando con ser autora. Quiero escribir muchos libros. Hace 3 años publiqué uno de recetas y pensé que el siguiente sería de negocios. Pero no puedo quitarme la idea de la cabeza que primero necesito regresar a recordar y honrar todas las versiones de mí que me han enseñado con tanta paciencia todo lo que sé. Especialmente antes de cumplir 30. Todas las versiones de mi que han caminado en este mundo y que también se han ido. Algunas partes siguen aqui, otras se fueron para siempre, otras están esperando volver a florecer. Otras todavía no conozco. Otras ni se donde perdí.
Ojalá que las que más me gustan estén por llegar.
Te quiero presentar a las pasadas y te quiero presentar a las futuras. Quiero conocer a todas las tuyas.
Así que me presento. Hoy, un día de enero 2022, desde Sedona. Porque hoy nació este libro. Aunque quién sabe qué vida estoy viviendo cuando estés leyendo estas líneas. No importa.
Me vuelvo a presentar una y mil veces,
xo,
Isa
Enero, 2022 // Sedona, Arizona // Acostada en la cama